ARROYO EL CUCARÓN
A las 3.10 horas de la madrugada del domingo 10 de junio de 2007 se produjo una gran tormenta con fuerte aparato eléctrico y estruendo. Aunque en el pueblo solo cayeron 33 litros esa noche, al parecer, en La Atalaya, cayó mucha más cantidad. La concentración de gran cantidad de agua en poco tiempo y la fuerte pendiente existente entre el origen de la arroyada en La Atalaya y la desembocadura del arroyo El Cucarón en el río Rudrón, produjo el arrastre de tierra y piedras (algunas de más de 1.000 kg) que arrancaron de cuajo toda la vegetación que encontró a su paso, descortezó árboles y dejó sin hoja a arbustos, quedando al descubierto, en muchos tramos, la roca del cauce.
También levantó bastantes piedras del empedrado de La Calzada, en el término de Lompedrao. El puente de la ermita quedó encenagado y el agua circuló por encima de la carretera, destruyendo parte del muro de contención de la propiedad de Jerónimo. Al llegar al río, el arroyo depositó un enorme montón de sedimentos, cortando parcialmente el curso fluvial. Cuentan las personas mayores que hacía 1929 hubo otra crecida semejante de El Cucarón. En esta ocasión su virulencia afectó a los cimientos de la casa de Villa, socavando el zócalo y metiéndose en las cuadras. Entonces hubo que poner zamanzos en el hueco abierto por las aguas y sacar a los cerdos de la corte. En otra ocasión, la acumulación de derrubios en la finca de Marcelino Campillo fue tan grande que cubrió el tronco de nogales y manzanos hasta el arranque de las ramas.
A las 3.10 horas de la madrugada del domingo 10 de junio de 2007 se produjo una gran tormenta con fuerte aparato eléctrico y estruendo. Aunque en el pueblo solo cayeron 33 litros esa noche, al parecer, en La Atalaya, cayó mucha más cantidad. La concentración de gran cantidad de agua en poco tiempo y la fuerte pendiente existente entre el origen de la arroyada en La Atalaya y la desembocadura del arroyo El Cucarón en el río Rudrón, produjo el arrastre de tierra y piedras (algunas de más de 1.000 kg) que arrancaron de cuajo toda la vegetación que encontró a su paso, descortezó árboles y dejó sin hoja a arbustos, quedando al descubierto, en muchos tramos, la roca del cauce.
También levantó bastantes piedras del empedrado de La Calzada, en el término de Lompedrao. El puente de la ermita quedó encenagado y el agua circuló por encima de la carretera, destruyendo parte del muro de contención de la propiedad de Jerónimo. Al llegar al río, el arroyo depositó un enorme montón de sedimentos, cortando parcialmente el curso fluvial. Cuentan las personas mayores que hacía 1929 hubo otra crecida semejante de El Cucarón. En esta ocasión su virulencia afectó a los cimientos de la casa de Villa, socavando el zócalo y metiéndose en las cuadras. Entonces hubo que poner zamanzos en el hueco abierto por las aguas y sacar a los cerdos de la corte. En otra ocasión, la acumulación de derrubios en la finca de Marcelino Campillo fue tan grande que cubrió el tronco de nogales y manzanos hasta el arranque de las ramas.